28/05/2023 Tiempo Argentino - Nota - Información General - Pag. 32

El mejillón dorado: la especie invasora que avanza sin freno por nuestras aguas
Gustavo Sarmiento
Se lo vio por primera vez en 1991 en Berisso. Provenía de Asia. A los pocos años había más de 80 mil por m2. Subió hasta Brasil y afecta a hidroeléctricas provocando pérdidas millonarias

En septiembre de 1991 un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad de La Plata fue al Balneario Bagliardi del partido de Berisso, en el litoral del Río de la Plata, para un trabajo práctico sobre moluscos.
En medio de la recorrida, hallaron 4 a 5 mejillones por metro cuadrado. “Lo cual parecía imposible, porque los mejillones son de agua de mar o estuarios, ¡no de agua dulce!”, recuerda el doctor Gustavo Darrigran. Algo andaba mal.
Pasaron 32 años y hoy esa especie no-nativa es un problema ambiental que afecta desde ecosistemas hasta cañerías de industrias y hasta centrales hidroeléctricas.
Como pasa con los castores en Tierra del Fuego o con el pino en toda la Patagonia, las invasiones biológicas son una de las mayores amenazas a la biodiversidad. La segunda después de la alteración de los ambientes. El mejillón dorado (Limnoperna fortunei) es una especie oriunda de ríos y arroyos de China y del sudeste de Asia. Su arribo no fue intencional.
Llegó a través del agua de lastre de buques transoceánicos.
Y es la única especie de la familia de mejillones que vive en agua dulce. Eso explica su fácil expansión y adaptación al entorno.
En aquél 1991 Darrigran quedó sorprendido. Y decidió volver. Así lo cuenta a Tiempo: “Un año después voy a ver qué había sucedido con esos pocos ejemplares de mejillones en las piedras de Bagliardi. Esperaba encontrar sus valvas vacías de ejemplares ya muertos. Pero había franjas de 30 mil ejemplares por metro cuadrado.
Al año siguiente franjas de 80 mil, al otro año llegaron a las 150 mil. El límite del ambiente hizo que detuvieran su crecimiento en aproximadamente 80 mil ejemplares. Un estadio Monumental lleno”.
Su gran capacidad adaptativa y reproductiva le permite una rápida y efectiva distribución en los cuerpos de agua que invade. “Como buen mejillón, su hábito de vida es epifaunal bisado, es decir, adherido sobre todo sustrato duro natural disponible con un filamento proteico o biso –explica Darrigran–. El sustrato utilizado va desde troncos y vegetación acuática a fondos naturales compactos y artificiales, tales como murallones, espigones, caños, plásticos y vidrios. Donde el sustrato duro es escaso, los más pequeños se fijan mediante el biso sobre pequeños cantos rodados, así como a otros individuos de la misma especie o a otros bivalvos”.
El mejillón dorado avanza por la Cuenca del Plata a una velocidad de alrededor 240 kilómetros por año, a contracorriente.
Desde su primer registro, invadió ya tres cuencas de América del Sur: la del Plata, y las brasileñas del Guaiba y del San Francisco. El pequeño invasor asiático modificó radicalmente la dieta de peces locales como la boga, que encontraron en él a un bocado abundante y de fácil acceso.
El problema a largo plazo es que muchas especies que constituían la base de la dieta de ciertos peces, ya no tienen predadores naturales, por ende tampoco tendrían un limitante para su crecimiento poblacional.
Otra consecuencia nociva es que el Río de la Plata exporta naturalmente al océano casi dos millones de toneladas de carbono orgánico particulado por año. Ahora, una considerable porción de esas partícu las contenidas en el agua son retenidas por inmensas franjas de mejillones que la usan para alimentarse. Darrigran, actual director del Grupo de Investigaciones sobre Moluscos Invasores y Plagas de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo, acota: “es tan potente el impacto ambiental que ocasionan, que a estas especies se las denomina ‘Ingenieros de Ecosistemas’”. Pero hay un problema aún más inmediato: su poder destructivo alcanza a las obras de infraestructura, obstruyendo las tomas de agua (“macrofoulig”) de industrias, plantas potabilizadoras y centrales hidroeléctricas.
A principios de 1994 ocasionó el primer caso conocido de macrofouling en agua dulce para América del Sur, y que fue tratada por Grupo de Investigaciones del Museo de La Plata, en la toma de agua de la Planta Potabilizadora de la capital bonaerense, que puso en peligro el abastecimiento del servicio en la región. Una salida rápida fue apelar al cloro, aunque los investigadores les aclararon a las autoridades que no podía ser permanente.
En 1998 se lo registró por primera vez en la Central Yacyretá y apenas un año después comenzó la invasión a Brasil, en Lagoa dos Patos.
En 2001 se lo encontró en la que, hasta ese momento, era la Central Hidroeléctrica más grande del mundo: Itaipu.
Parar una de sus 20 Unidades Generadores de Energía (UGE) le significa una pérdida de 250 mil dólares por día.
Para el mejillón dorado se necesitan al menos tres días de limpieza y debe hacerse al menos una vez por año en las 20 UGE. Por el Río Paraná continuó avanzando contracorriente hasta llegar en el 2002 al Río Paranaiba. Y a través de este curso de agua se las arregló para invadir la ciudad de San Pablo. En 2019 tuvieron otra novedad: había llegado hasta el dique El Cadillal, en Tucumán.

El impacto ambiental de especies como el mejillón dorado es tan potente que se las denomina "ingenieros de ecosistemas".
Su poder destructivo arrancó en el Río de la Plata y está llegando al Amazonas.

velocidad crucero Kilómetros por año es lo que avanza el mejillón dorado por la Cuenca del Plata. Llegó a Brasil.
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"Hay que aprender a vivir con ella, ya es nuestra" Gustavo Darrigran es habitualmente consultado por empresas y organismos de diferentes países de la región para frenar el avance del macrofouling de esta especie invasora. “Se puede controlar de las tomas de agua para adentro de los sistemas en las cuencas que invadió e invadirá. Hay formas de hacerlo.
Pero en el ambiente natural es imposible, y hay que aprender a vivir con esta especie. Ya es nuestra –subraya–.
Sí lo que se puede hacer es disminuir la velocidad de invasión, educando la sociedad para que exija competencia a los funcionarios de turno y que puedan evita además otras bioinvasiones.
Y que la sociedad misma sea prudente en el tema bioinvasiones, ya que ella inadvertidamente está transportando el mejillón dorado por toda Argentina y América. Por ejemplo, pegado en las embarcaciones, o en el agua de carnada para pesca puede llevar larvas -microscópicas- del mejillón dorado, que las libera al tirar el líquido en el cuerpo de agua donde fue a pescar”.


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